Cómo Aprender a Decir NO en la Residencia Médica: El Secreto para Cuidarte y Ser Mejor Profesional
- Ángel Gávila
- 25 sept 2024
- 3 Min. de lectura
Si hay algo que nos cuesta como Residentes, además de aguantar 30 horas despiertos y sobrevivir a una guardia toledana, es decir NO. ¡Ah, el bendito "No"! Ese que nos hace sudar frío cuando alguien nos lo pide todo y nos deja con la cabeza llena de preguntas: ¿Y si le caigo mal? ¿Se va a enfadar? ¿Pensará que soy egoísta? Tranquilo, todos hemos estado ahí.
Por eso vengo a decirte que decir “no” es un arte. De hecho, podríamos decir que es la autodefensa ninja del Súper Residente. Y no, no estoy hablando de convertirte en el “malote” del hospital, ni de ir repartiendo negativas como quien reparte dexketoprofenos a la puerta de urgencias. Es mucho más profundo: si no aprendes a decir “no” a lo que te sobrepasa, tampoco aprenderás a decir “sí” a lo que de verdad importa… tú. Así que vamos al lío.
¿Por qué nos da tanto miedo decir "no"?
El miedo a decir "no" suele estar bien arraigado. Tememos que nuestra negativa moleste, decepcione o incluso arruine esa imagen de "yo puedo con todo" que tratamos de mantener en la residencia (spoiler alert: nadie puede con todo). Y claro, lo peor que nos puede pasar como Residentes es parecer "flojos", "desagradables" o "egoístas". Pero aquí viene la revelación: decir "no" no es ser egoísta, es ser honesto. ¿De qué te sirve salvarle el culo a todos si estás perdiendo el tuyo por el camino?
Decir "sí" a ti es el verdadero acto de valentía
La próxima vez que te cueste decir "no", hazte esta pregunta: ¿Cuántas veces me he dicho "no" a mí mismo para decir "sí" a los demás? Si la cuenta no te sale, es momento de repensarlo. Porque en el momento que tú no te dices sí a ti mismo, te estás faltando. Estás ignorando tus necesidades básicas: descanso, salud, tiempo para desconectar. Y créeme, si sigues así, Mordor te va a parecer un parque de atracciones comparado con lo que será la residencia.
El efecto “No” en tu vida (y en tus amigos)
Venga, prueba a decir “no” un par de veces. ¿Qué ha pasado? El sol sigue saliendo, ¿verdad? Y si la persona que está al otro lado de tu "no" de verdad te aprecia, te va a seguir queriendo igual. Incluso puede que te respete más. El verdadero compañero, amigo o familiar lo entenderá. Y si no, ¡pues qué bien haberse dado cuenta, ahora tengo más información!
"No" es sinónimo de poder
Aquí es donde entra el tema que nadie te cuenta en la carrera: para ser capaz de decir sí a los demás (y que sea genuino, no por obligación), tienes que atreverte a decir no. Decir no te empodera, porque en ese simple acto estás reconociendo que tú también importas. Sí, tú, el mismo que se preocupa más por el paciente que por comer a sus horas o dormir como es debido.
Decir "no" no te convierte en un "desalmado", "desleal" o "irresponsable". Al contrario, te permite ser mejor profesional, mejor amigo y mejor persona. Si te cuidas tú primero, serás capaz de cuidar mejor de los demás. Y no, no necesitas validación de nadie más que la tuya propia, y de ese adjunto villano menos.
La verdad sobre el "No"
Es sencillo: eres libre. Así como te lo digo. Eres libre de decir que no cuando ya no puedes más, cuando tu cuerpo te lo pide, cuando sabes que si sigues no te quedará energía ni para sonreír al paciente. Eres libre de respetar tus límites. Y adivina qué: no solo es tu derecho, ¡es tu deber! ¿Sabes cuántas cosas mejorarían si más Residentes empezaran a poner sus límites claros?
Así que la próxima vez que sientas que decir "no" te puede complicar la residencia, recuerda esto: decir "no" es tu súperpoder, y tienes que usarlo. Solo cuando seas fiel a ti mismo, serás realmente capaz de decir “sí” a lo que te importa de verdad. Porque, ¿de qué te sirve salvar al mundo si te pierdes a ti por el camino?
¿Te atreves a intentarlo?
Commentaires