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El Gran Regalo de la Vida: La persona en la que te conviertes mientras persigues tus metas

¿Te has preguntado alguna vez qué es lo realmente valioso de perseguir tus metas? No es el título de médico, ni la bata blanca, y mucho menos las palmaditas en la espalda que te da ese adjunto al final de una guardia infernal. El verdadero regalo, Súper Residente, no es el qué, sino el quién.

Sí, lo leíste bien. El gran tesoro no es llegar a la meta (spoiler alert: el final de la residencia no es un paraíso lleno de unicornios y siestas de 8 horas), sino la persona en la que te conviertes mientras consigues tus objetivos. WTF? Te explico:

1. La supervivencia no es opcional

La residencia no es una carrera de velocidad, es una ultramaratón por Mordor, con menos hobbits y más pacientes. Cada vez que sobrevives a una guardia de 30 horas, no es solo que lo hayas logrado; es que te has convertido en alguien más fuerte, más resistente. Te estás forjando. Más allá de que no es necesario pasarlo mal para ser un buen especialista, cada lágrima, cada sudor y cada "quiero largarme de aquí" es una capa más de ese Súper Residente que estás creando.


2. Desfrontalización en proceso

En algún momento (generalmente alrededor de la guardia número 137), te das cuenta de que tu cerebro ya no procesa los miedos de la misma forma. Lo que al principio te aterraba—como llevar Urgencias tú solo con dos adjuntos de paseo—ahora te da exactamente igual. “¿Un shock séptico en plena madrugada? Va, qué más da”. Ese es el regalo. Tus metas te entrenan para que te importe menos lo que antes te quitaba el sueño.

3. La transformación es inevitable, aunque no te des cuenta

Tanto si sales de guardia como si no, lo que de verdad importa es que te enfrentas a una versión más potente y fuerte de ti mismo cada día. Los chistes en el pase de guardia y las bromas mientras operas no son solo un mecanismo de defensa; son una prueba de que ahora eres más duro, más canalla y estás listo para lo que venga. Porque si puedes con las Urgencias, puedes con lo que sea. TIP: Aumenta tu sentido del humor en tu vida como Residente. Te sentirás mejor y relativizarás más.


4. No se trata de lo que logras, sino de lo que soportas

Las guardias te enseñan que, aunque no siempre vas a ser el héroe de la película, te estás convirtiendo en el tipo de persona que es capaz de gestionar toda esa presión. Y esa es la habilidad más valiosa que puedes tener. Olvídate de los diplomas; el verdadero premio es poder decir "he pasado por esto y aquí sigo, más fuerte que nunca."

5. ¿Cómo quieres salir de esta?

La residencia es un regalo envenenado que te transforma, te hace más fuerte, pero sobre todo te pregunta: ¿qué versión de ti va a salir de esta? Así que la próxima vez que estés hasta el fonendo de tu R mayor, de las 40 horas sin dormir o del busca explotando, recuerda: estás en proceso de transformación. No te centres en la meta; disfruta del viaje (aunque a veces quieras un meteorito que lo termine todo).


Así que ya lo sabes, querido Súper Residente: el verdadero regalo no es la especialidad, ni los títulos, ni las felicitaciones. El verdadero regalo de la vida es la persona en la que te conviertes mientras persigues tus metas.

¿A qué estás esperando? Ponte las botas, que la aventura aún no ha terminado.

 
 
 

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