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Escucha a tu cuerpo antes de que te grite: La lección que aprendí con un eccema en la muñeca (y que tú deberías conocer ya)

¿Tu cuerpo te susurra o ya te está gritando?

Súper Residente, déjame contarte una historia que, si no la vives aún, la podrías vivir en cualquier momento. Sí, hablo de ese momento en que tu cuerpo dice: “Hola, estoy jodido”, pero tú estás tan metido en la vorágine de guardias, planta y rotaciones que ni lo oyes.

Te confieso algo. En mis primeros años de residencia, apareció en mi muñeca un eccema pruriginoso (sí, de esos que te pican a morir). Ninguna crema servía. ¿La razón? No era un tema de piel. Era mi cuerpo gritándome que lo estaba abandonando.


El cuerpo empieza susurrando (y la mayoría de Residentes lo ignoran como hice yo)

Al principio, todo eran señales leves: cansancio que se disimulaba con café, irritaciones que "pasaban con el tiempo" (claro, en sueños), y ese malestar general que tú achacas a “las guardias”. Spoiler: NO ERA SOLO LAS GUARDIAS. El cuerpo te manda susurros para que lo escuches. ¿Y qué haces tú? Ignorarlos como si fueran consejos de tu ex.

Dejas de dormir bien. Comes fatal. Te convences de que “aguantas todo” y un día te sorprendes subiendo al coche de tu chica, que te ha venido a recoger al hospital, y empiezas a llorar como si fueras un niño perdido en un supermercado (¿soy al único que le ha pasado?). Pero el cuerpo es más listo que tú. Y lo mejor (o peor): si no lo escuchas cuando te susurra, lo tendrás que escuchar cuando te grite.


Y cuando grita… ¡prepárate!

Así fue mi caso. Después del eccema llegaron los insomnios, las contracturas, y la ansiedad que se te mete hasta en los huesos. Mi cuerpo dejó de hablarme en tono amable y me empezó a gritar con un megáfono.

Ahí fue cuando entendí algo básico: Si no gestionas tus emociones, si no cuidas de ti mism@, tu cuerpo se vengará. Y cuando lo haga, lo hará a lo grande. Para mí, el eccema fue solo el principio. Como dicen si no dedicas un poco de tiempo a cuidarte cada día, tendrás que dedicar mucho tiempo más tarde para estar enfermo.

La medicina no estaba en la farmacia, estaba en mí

¿Sabes cuándo se fue el eccema? Cuando dejé priorizar la residencia y me centré en mí y en mi salud. No fueron las cremas mágicas ni el nuevo potingue que te vende la influencer de turno. Fue cuando recuperé buenos hábitos: ejercicio, buena comida y, sobre todo, gestión emocional. Mi cuerpo no necesitaba un medicamento; necesitaba que dejara de ignorarlo.


El cuerpo es como ese amigo pesado: Si no le haces caso, se pone más intenso

Deja de hacerte el héroe y escucha a tu cuerpo. Si sientes que está chungo, hazle caso. Al principio, susurra con cosas que parecen pequeñas: fatiga, eccemas, malestares varios. Pero si no haces nada, lo siguiente será un grito tan fuerte que te vas a caer de culo.

¿Y sabes qué? No necesitas esperar a que te grite. Cuídate desde YA. Y este espacio Súper Residente, está aquí para eso: ayudarte a desatar tu mejor versión mientras sobrevives a la residencia sin que tu cuerpo te pase factura (o al menos, no una factura tan cara).

Última reflexión: Tú eres más importante que tus guardias

¿Moraleja de esta historia? Escucha a tu cuerpo antes de que te pase como a mí y termines en el baño de Urgencias llorando como un bebé (sí, también lloré en el baño de Urgencias, y en el de la planta y...). No te metas en esa espiral de autodestrucción. Tu cuerpo es tu herramienta más importante como médico. Si no lo cuidas tú, ¿quién lo hará?


Así que ya sabes, si no escuchas a tu cuerpo cuando te susurra, lo tendrás que escuchar cuando te grite. No llegues a ese punto. Empieza ahora.

¿Quieres aprender a gestionar el estrés, la ansiedad y tu salud como un auténtico Súper Residente? Pues deja de sufrir en silencio y súmate al Máster Súper Residente. Porque tu cuerpo no puede con todo... ¡Pero tú sí puedes, si lo haces bien!

 
 
 

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