¿Por Qué No Te Va Bien en la Residencia? Lo Que Nunca Te Habías Preguntado
- Ángel Gávila
- 10 sept 2024
- 4 Min. de lectura
El otro día un alumno del Máster Súper Residente que acababa de entrar me decía: “No puedo más, me va fatal en todo”. Y luego me preguntaba: ¿Qué estoy haciendo mal? Y le solté una de esas frases que te despiertan como a mí me sucedió: “Rara vez un avión se estrella por un solo fallo”.
Y es que lo mismo pasa contigo. Si sientes que en la residencia todo te sale mal, que estás a un paso de quemarte o de dejarlo todo tirado, te lo voy a decir claro: No es solo por una cosa. Nunca lo es.
Los Problemas No Tienen Una Causa Única
Cuando un avión cae, no es solo porque falló un motor o porque un pájaro se metió en la turbina. Generalmente, es un cúmulo de fallos pequeños que, juntos, crean el desastre. Y es lo mismo con tus guardias, tu residencia, tus relaciones, tu salud, y todo lo que te rodea en esta etapa.
Piensa en esto: tu agotamiento, tu estrés, el hecho de que no estés rindiendo al 100% en la residencia no es el resultado de una sola cosa que haces mal. Es una suma de muchas pequeñas decisiones que vas tomando (o no tomando) a lo largo del día. Ahora, te invito a que te preguntes algo de manera brutalmente honesta: ¿Estás disfrutando de que te vaya mal?
Espera, suena absurdo. ¿Quién en su sano juicio disfrutaría de eso? Bueno, más personas de las que crees. No es que saltes de alegría cuando algo sale mal, pero si cada vez que hablas con otros compañeros te enfocas en lo mal que te va, en lo cansado que estás o en cómo no llegas a todo, lo estás reforzando. ¿Y cómo lo sé? Yo fui uno de ellos. El hospital es un ambiente donde la queja es el deporte favorito de todos.
Lo Que Te Cuentas Define Tu Realidad
Le dije al alumno del máster: “¿Sabes cuál es uno de tus problemas? Te encanta decir que te va mal.” No me malentiendas, no es que estuviera feliz de estar al borde del colapso, pero cada vez que lo repetía, lo hacía más suyo, más real. Y eso, amigos, es lo que estaba perpetuando la situación.
¿Te das cuenta de que puedes estar cayendo en la misma trampa? Si cada guardia, cada día en el hospital, te pasas hablando de lo mal que te va, de lo agotado que estás y de lo terrible que es todo, te lo empiezas a creer. Y lo que te cuentas, querido Residente, define la realidad que vives.
Si te convences de que la residencia es un infierno interminable, adivina qué… será así.
Si te dices a ti mismo que no puedes más, spoiler alert… no podrás más.
Es paradójico, pero para que las cosas empiecen a ir bien, primero tienes que creértelo. No se trata de mentirte a ti mismo, sino de cambiar el enfoque. Si sigues contando lo mal que te va, lo cansado que estás y lo imposible que es todo, nunca verás la salida del túnel.
Deja de Contar Tus Problemas (Salvo Que Busques Soluciones)
Y ahora estarás pensando: “Pero si no cuento lo mal que me va, ¿qué hago con todo esto?” La respuesta es sencilla: habla de ello solo si es para encontrar soluciones. De lo contrario, mejor no lo cuentes. Si cada vez que abres la boca es para quejarte sin más, estás cavando tu propia tumba emocional. Conozco ese placer instantáneo que te da quejarte a alguien de lo mal que estás, o de lo dura que es la residencia. Pero créeme, no te hace ningún bien ni a ti ni a tu oyente.
Está bien desahogarse, todos lo necesitamos de vez en cuando. Pero si todo lo que haces es quejarte sin buscar cómo solucionar las cosas, no vas a avanzar. ¿De verdad quieres pasar cada guardia hablando de lo mal que estás, o prefieres cambiar el chip y empezar a buscar cómo mejorar?
Enfócate en Soluciones, No en el Problema
Aquí va un consejo que te cambiará el juego: aquello en lo que te enfocas, se expande. Si te pasas el día quejándote de lo difícil que es la residencia, adivina qué se hará más grande… tus quejas. Pero si empiezas a buscar soluciones, a ver qué puedes hacer diferente, las cosas cambiarán. Aquí te dejo unos pasos sencillos para empezar:
¿Qué puedes cambiar hoy mismo? No hace falta hacer cambios drásticos. Empieza con algo pequeño, como mejorar tu organización, comer mejor durante la guardia o darte 5 minutos para respirar entre casos.
¿De qué te quejas siempre? Si hay algo que constantemente te hace saltar, es una señal. Si siempre te quejas de lo poco que duermes, busca estrategias para mejorar tu descanso. Si es el estrés, prueba con técnicas de relajación. Hazte cargo.
Cámbiate la historia. La próxima vez que estés a punto de soltar lo mal que te va, cambia el enfoque. En lugar de decir “no puedo más”, prueba con algo como “hoy ha sido duro, pero estoy gestionándolo mejor”. Verás cómo tu mente empieza a reaccionar de forma distinta.
Recuerda: Un Avión No Se Estrella por un Solo Fallo
Así que, si te sientes atrapado, agotado o al borde del burnout, no es por una sola cosa. Es el resultado de muchas pequeñas decisiones que van sumando. Pero lo bueno es que también puedes revertirlo. Cuantas más causas dejes atrás y más soluciones encuentres, mejor estarás.
Deja de repetir lo mal que te va. No es que por decirlo vayas a arruinar tu vida, pero es otra pieza más que, sumada a otras, puede hacer que todo empeore. Hazte un favor y empieza a cambiar la historia que te cuentas.
Si te enfocas en lo que puedes controlar y mejorar, las cosas irán cambiando, y pronto estarás volando alto, como un Súper Residente, evitando las turbulencias antes de que se conviertan en un verdadero problema.
Comments