Tranquilo, Resi: El Control Llegará
- Ángel Gávila
- 12 sept 2024
- 4 Min. de lectura
Cuando entras por primera vez en Urgencias como R1 con tu bata recién cogida de la lavandería (esa que te viene grande 3 tallas y tiene una mancha de tinta en la solapa), parece que todo el mundo lo tiene claro menos tú. Los adjuntos se mueven por el hospital como si estuvieran en piloto automático, y tú apenas sabes sonde se pide una placa de tórax. Pero calma, porque aunque no lo creas, ellos han pasado por lo mismo que tú, solo que mil veces. Aquí te dejo algunas verdades que te ayudarán a superar esta fase de caos mental típica de R1 y R2.
1. La Sabiduría por Ósmosis: Lo Único que Te Falta es Tiempo
Los adjuntos no son superhumanos ni nacieron sabiendo. La diferencia entre ellos y tú es que ya han visto cientos de veces los mismos casos que te abruman a ti ahora. Han pasado horas infinitas lidiando con las mismas patologías, y lo que para ellos es rutina, para ti aún es novedad. Esa confianza que ves no es más que el resultado de la repetición, una y otra vez, durante años. Sí, en algún momento hasta los dolores abdominales más ambiguos se vuelven parte del paisaje.
Ellos han acumulado experiencia como quien llena una jarra con gotas de agua. Poco a poco, caso tras caso. No es magia, no es inteligencia superior, es pura experiencia. Y la buena noticia es que a ti también te llegará, solo que con tiempo y paciencia.
2. No Quieras Saberlo Todo Desde el Primer Día
Es normal que, como R1, te sientas perdido, que pienses que deberías saberlo todo y tener respuestas para cada paciente. Pero la realidad es que nadie lo espera (y si lo esperan... lo siento por ellos, que hubieran escogido susto). Incluso los adjuntos tuvieron su fase de "¿dónde c*** me he metido?". Lo importante aquí no es que te lo sepas todo desde el principio, sino que estés dispuesto a aprender de cada error y de cada caso.
Lo que ves hoy como un enigma, con el tiempo será pan comido. Pero, ojo: no te obsesiones con ser una enciclopedia médica viviente desde el primer año. Es crucial estudiar, claro que sí, pero no te quemes. Hay cosas que solo aprenderás con la práctica, y forzarte a saberlo todo a la primera solo aumentará tu ansiedad. A mí lo que me servía mucho era estudiar a partir de casos que veía en la práctica hospitalaria. ¿Ves una pancreatitis que ha acabado diagnosticando el adjunto? Pues empápate de la pancreatitis los días siguientes (acabarás sabiendo más que el adjunto)
3. El Control Llega con la Repetición
Hay una verdad universal que aplica a cualquier oficio, y la medicina no es la excepción: el control viene con la repetición. Después de haber diagnosticad, tratado y operado a cien pacientes con la misma patología, tu cerebro empezará a reconocer patrones. Llega un momento en que, con solo ver los síntomas, sabrás qué hacer sin pensar mucho. Al final, ser Residente es un poco como jugar al Tetris: al principio no sabes dónde encajar las piezas, pero con el tiempo, todo empieza a tener sentido.
4. No Te Quemas Por Estudiar: La Experiencia Te Enseña
Uno de los errores más comunes es pensar que el único camino al éxito es quemarse estudiando hasta las tantas. No me malinterpretes, formarse es vital, pero no te olvides de que la experiencia es igual de importante. La sabiduría no se encuentra solo en los libros, se encuentra también en las guardias, en esos momentos en los que, por fin, te das cuenta de que ya has visto ese cuadro clínico antes. Y si no lo has visto, lo verás.
Así que no te desesperes. No necesitas ser un máquina de estudiar que nunca duerme para llegar a ser un gran médico. Lo que necesitas es tiempo, paciencia, repetir y cuidarte. Y sí, la teoría es esencial, pero el control real lo tendrás cuando vivas esas situaciones cientos de veces (que es como los adjuntos lo han conseguido)
5. El Futuro Tú Será Como Ellos (o mejor)
Algún día serás tú el adjunto que ve el diagnóstico a los cinco minutos de entrar a la sala. Serás tú quien le diga a un R1 que no se preocupe tanto, que con el tiempo lo sabrá. Esa experiencia que hoy ves en los demás, será tuya. Solo necesitas seguir adelante, sin quemarte y sin obsesionarte con ser el mejor desde el primer día.
Conclusión: Disfruta del Proceso
En resumen, no te estreses si ahora te sientes como el último mono en el hospital. La experiencia llegará, y con ella el control. Deja que la osmosis de la experiencia haga su trabajo y no pierdas la cabeza intentando abarcarlo todo desde ya. Al final, los mejores médicos no son los que lo sabían todo desde R1, sino los que aprendieron a ser resilientes, pacientes y constantes. Así que respira hondo, sigue aprendiendo y no olvides que el control siempre llega... ¡en su debido momento!
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